DETRÁS DE UNA TESIS

  • 28 Mayo, 2019
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DETRÁS DE ESCENA DE UNA TESIS DOCTORAL


Al momento de comenzar un doctorado son tantos los interrogantes y los miedos como la misma incertidumbre de cómo será, cómo haré, terminaré…un montón de pensamientos invaden la mente y el corazón. Más aun, así y con todos esos ingredientes comencé porque es parte del anhelo realizar un proyecto en el que uno invertirá una buena parte de vida.


En mi experiencia, obtuve una beca doctoral de CONICET para estudiar los pequeños mamíferos (murciélagos, roedores y marsupiales) de la provincia de La Rioja.Había decidido que era una buena idea realizarlo en el CRILAR –CONICET (Centro Regional de Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica de La Rioja), en Anillaco, por lo cual debía mudarme para allí al momento de comenzar mi beca, sumándole a este momento de inicio académico, también la experiencia de conocer un nuevo lugar de trabajo, una nueva casa, compañeros, amigos y colegas. Un torbellino de sensaciones invadía mi ser, pero de alguna manera era, en parte, algo conocido para mí porque a los 18 años dejé mi casa en Jujuy para venir a estudiar Biología a Tucumán. Así que junté algunas cosas pero sobretodo mucho entusiasmo y me fui. El proyecto de mi tesis consistía principalmente en realizar viajes de campo por toda la provincia de La Rioja, así que una vez instalada en mi nueva casa debía empezar a organizar los viajes. Desde el equipo de campo que en parte tenía el que pertenece a mi grupo de trabajo, PIDBA (Programa de Investigaciones de Biodiversidad Argentina) – UNT, y lo que me faltaba ver que compañeros, que también salían al campo podían prestarme. Mesas, sillas, carpa, cosas que al comenzar no tenía y con el pasar de los años fui armando mi propio equipo. Sumado a esto pensar en quien me acompañaría al campo, ahí es donde uno empieza a sacar la lista de amigos biólogos por lo general, que comparten con uno la misma pasión y locura por el campo. Dado que no siempre coincidía con mis amigas biólogas, (que además venían de otras provincias pagándose ellas mismas los pasajes), saqué una convocatoria para realizar pasantías de campo para estudiantes de biología. Todas las personas que me acompañaron durante cuatro años al campo sin dudas fueron un eslabón muy importante en todo este camino. Las experiencias en el campo tienen un sinfín de anécdotas y situaciones que de no ser tomadas con calma y buen humor podrían haber sido un recuerdo poco feliz. Es imprescindible poder soportar con buena actitud el calor, frío, lluvia, moscas, mosquitos, compartir a veces la carpa con arañas, alacranes etc., y lo más valorable poder muchas veces superar la frustración de no haber conseguido atrapar ni un solo bichito o volver sólo con uno luego de varios días de muestreo.

 

Eran muchas cosas las que pasaban por mi cabeza en el momento antes de salir a un viaje de campo, desde la lista de todos los elementos del equipo imprescindibles que llevar para trabajar en medio de la nada, organizar las comidas de cada día para hacer las compras, solicitar con tiempo turno para tener disponible un vehículo y un chofer del instituto, ubicar “a priori” el lugar a donde iríamos al que nunca sabía a donde iba a llegar ni el lugar a acampar, sólo con un mapa y la ayuda de google earth más o menos podía saber a dónde iba, lo positivo de esto es que al momento de empezar mi doctorado era muy poca la información que había disponible sobre los pequeños mamíferos de la provincia, entonces los huecos de información eran muchísimos por lo que casi cualquier punto en la provincia era un nuevo registro para la mayoría de las especies. Y lo más importante de esto es que había que hacer un presupuesto de todos los gastos, incluyendo combustible, canon del vehículo, horas que había que pagarle al chofer, presupuesto sólo para saber cuánto del estipendio de la beca podría destinar para cada viaje teniendo en cuenta que también a veces los viajes coincidían en el mismo mes con algunos cursos que la carrera del doctorado también exigía realizar y que por lo general se hacen en diferentes provincias. Digamos que toda esta parte de experiencia para mí fue la más linda y es la que me motivaba a seguir por que empezaba a encontrar datos interesantes y cada viaje funcionaba como un motivador para el siguiente y entonces agarraba el mapa y empezaba a marcar puntos y era reconfortante ver como de a poco ese mapa que al comienzo estaba vacío empezaba lentamente a cubrirse de puntitos. A la vuelta de cada viaje el trabajo continuaba, había que limpiar los ejemplares colectados, procesar los datos en la computadora, lavar trampas, lavar y ordenar equipo, y sin mucho intervalo empezar a planear el próximo viaje. Siempre era una parte importante del descanso, compartir con quienes eran mi familia en el barrio del instituto donde vivía, vecinos, compañeros que se volvieron amigos para siempre. Al regresar no faltaba la juntada en alguna casa para compartir un asado, un vino y poder relajar. Pero como creo que en la mayoría de los doctorados no todo es color de rosa, en el mío tampoco lo fue. Al tercer año de estar viviendo y trabajando cómodamente en Crilar, comenzaron a suceder situaciones atípicas para mí, por parte de las nuevas autoridades del instituto, experiencias muy incómodas e irregulares para mi trabajo, las cosas no estaban bien y lejos de mejorar todo se volvió muy difícil, no sólo en lo personal y emocional sino también para poder continuar con el plan de trabajo que había trazado al comienzo, entonces no me quedó otra opción que solicitar un cambio de lugar de trabajo, lo que con mucha pena tuve que realizar invirtiendo tiempo que no estaba destinado para realizar una nueva mudanza en el medio de un momento crucial en mi proyecto doctoral, ya que los tiempos eran cada vez más acotados, debía terminar con los muestreos y avanzar con la escritura del manuscrito. Dejando un poco de lado eso obligatoriamente y cambiando totalmente lo planes que tenía, tanto de vida como académicos, volví a Tucumán donde tuve la suerte de incorporarme nuevamente a mi lugar de trabajo inicial, en el PIDBA, allí se encontraba mi director con quien tuvimos que hacer un gran esfuerzo por recuperar todo el tiempo perdido para poder cumplir en tiempo y forma con lo planeado en mi plan de trabajo. Finalmente todo terminó, pude terminar y defender a tiempo mi tesis doctoral. Con todos los hechos transcurridos a lo largo de cinco años, elijo guardar en mi corazón los momentos más lindos y las hermosas personas que he tenido la oportunidad de conocer, siempre agradecida por la calidez y hospitalidad de todas las personas que en cada rincón de la provincia de La Rioja donde estuve acampando me recibieron siempre con los brazos abiertos.

 

Dra. R. Tatiana Sánchez
Becaria Postdoctoral CONICET
PIDBA (Programa de Investigaciones de Biodiversidad Argentina)
PCMA (Programa de Conservación de los Murciélagos de Argentina)