Desde el año 2000, junto a mi familia soy miembro activa del Centro Asturiano de Tucumán, una colectividad de emigrantes y descendientes asturianos, igual que la que existe de otras colectividades (como la andaluza, la boliviana, o la mexicana, entre otras). Por lado paterno provengo de Asturias, del Principado de Asturias, al norte de España. Mi bisabuelo Sabino Fanjul, llegó en barco a Argentina en 1898, y junto a sus dos primos hermanos se instalaron en San Miguel de Tucumán, con el sueño de establecerse, crecer desde lo económico y formar un futuro próspero. En esa época, reunirse con sus pares paisanos debe haber sido tan importante como ahora los son el reunirse con la familia. El Centro Asturiano cumplía con el objetivo de recordar fiestas tradicionales de los pueblos, seguir disfrutando de las comidas típicas (la fabada, el pote, el arroz con leche), beber una sidra con los paisanos, seguir jugando a los bolos, o simplemente hablar tranquilamente en bable sobre la añoranza de algún día volver a la “tierrina”. Mi bisabuelo, fue uno de los fundadores, y si bien a lo largo de los años la familia nunca se desprendió del todo del Centro, como la historia lo demuestra, la colectividad también tuvo una época oscura en los 70 y 80´, activándose nuevamente en los 90´.

Fui miembro de la Honorable Comisión Directiva del Centro y llegué a ocupar la vicepresidencia en 2 períodos y la presidencia en uno. Tuve la oportunidad de aprender sobre la cultura y tradiciones de Asturias y participar intensamente en numerosas actividades culturales. Fui co-fundadora de la JOTA (Jóvenes Tucumanos por la Asturianía), oficialmente ya pasé la franja de “joven” aunque sigo estando. Formo parte del grupo de Baile y Gaitas del Centro, siendo la panderetera (instrumento que menosprecie al principio como fácil, pero no, lleva su técnica también). Tuve oportunidad de bailar en los escenarios más importantes de Tucumán y de otras provincias, desfilé orgullosa y feliz cuando cumplimos 200 años de Independencia, y hasta conocí un Rey. Aprendí a cocinar las comidas típicas de la región, un poco del idioma, la historia, las tradiciones y leyendas. Y tuve el placer de conocer personas y lugares nuevos acá y en Asturias.

Si bien el Centro genera numerosas actividades, tanto gastronómicas como culturales, nuestro evento anual más importante es participar de la Procesión de la Virgen de Covadonga en el Mollar, Tafí del Valle. La Virgen de Covadonga, es la Patrona de Asturias, y su devoción se une con la historia de Asturias y España, ya que a partir de su aparición es que se inicia el proceso de la reconquista de España en la lucha contra los moros; un poco en analogía con nuestra Virgen de la Merced. Nuestra Señora de Covadonga es también la Patrona de El Mollar. Allí existe la Capilla en su honor, único templo en toda Latinoamérica que lleva su nombre. Surgió a partir de una promesa de un asturiano, que luego de pasar por una difícil travesía prometió que, si se salvaba, ayudaría a levantar un templo en nombre de la Virgen en un lugar que sea muy parecido a Asturias, y así fue como eligió al Mollar. Es verdad, realmente nuestros cerros son muy parecidos a Asturias. La tradición, la devoción y la cultura se unen en esa procesión. De distintas partes del país, llegan miembros de colectividades asturianas con sus gaitas y trajes típicos para acompañar a los gauchos del Mollar, a lo miembros de los pueblos originales y a la gente del valle y alrededores que se unen para festejar y agradecer a la Virgen. Nosotros, acompañamos con el respeto, la admiración y la emoción que se vive al unirse tantas culturas un mismo día. Antes participaba junto a mis padres y hermano, vestidos todos de asturianos, ahora con orgullo y devoción a la Santina me acompañan mi hijas y sobrinas, y sigo sintiendo lo que seguramente mi bisabuelo sintió.

Soy Argentina, soy orgullosa de serlo, de hecho, también en mi sangre llevo sangre calchaquí y vasca. Pero el hecho de que cada vez que entro al Centro y paso por la oficina donde se reúne la Comisión Directiva al ver su mesa y sillas de casi un siglo, y saber que mi bisabuelo y mi familia estuvo sentada ahí, se me sigue poniendo la piel de gallina. Ellos no olvidaron, se adaptaron y se jugaron por un futuro mejor. Admiro la fortaleza que tuvieron, y siguen siendo para mí ejemplo de lucha y perseverancia….al fin de cuenta soy asturiana (bióloga), dura de cabeza pero blanda de corazón.