A lo largo de mi vida siempre tuve actividades “extraprogramáticas”. Al principio la música que sigo cultivando a rachas, hice artesanías y fotografía casi toda mi vida, aunque me tomé más seriamente la fotografía de vida silvestre (en tanto hobbie) en la última década (imbricada estrechamente con el trabajo cotidiano y el registro de cuestiones de índole geoarqueológica y desarrollo de 3D). El último hobbie, en pleno crecimiento en este momento, es la alfarería (sí, cerámica a torno). No puedo desacoplar las cosas y tratarlas como compartimentos estancos, hacer alfarería y participar de la alquimia de los materiales, entender los procesos fisicoquímicos y las materias primas desde una perspectiva geológica me parecen todo uno. Comprender la física implicada en el torneado de la arcilla, el comportamiento de los materiales y lograr resultados tras los esmaltados forzando la cristalización de los óxidos y la sílice a altas temperaturas me resulta apasionante. ¿Hasta dónde llegaré?. En realidad no me importa, en este momento estoy desarrollando fórmulas de esmaltes a partir de diversas cenizas de maderas específicas y las volcánicas del 4200 del volcán Cerro Blanco… ¿Dónde termina el trabajo y dónde comienza el hobbie? Tampoco lo se, decidan ustedes.