Según esta administración nacional, la ciencia, de nuevo y de manera penosa, vuelve a concebirse como un producto caro, en el que se gasta demasiado dinero, y percibida como un gasto innecesario.
Nos preguntamos: es correcto reducir el dinero invertido en nanotecnología, en satélites, en semillas, alimentación y vacunas? En la última década, la investigación en ciencias fue un engranaje clave en la maquinaria productiva del país. En particular, desde la creación del MinCyT (en 2007), la generación de conocimiento obtuvo nuevos argumentos y las innovaciones hicieron de nexo para los primeros desarrollos en las industrias. Destinar menos fondos es descuidar los recursos humanos. Un joven investigador que no vislumbra un futuro seguro comienza a escarbar mejores posibilidades por fuera de las fronteras. La fuga de cerebros se configura como un fantasma que nadie se anima a enfrentar.
Apoyamos el reclamo y exigimos:
ü aumento del presupuesto para investigación y ciencia
ü que las políticas de promoción científica sean consideradas acciones de Estado.
ü la continuidad de los programas de investigación científico-tecnológica,
ü la recomposición salarial de investigadores y becarios,
ü la soberanía tecnológica